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Let’s go.
Cuando era chavala, estaban de plena actualidad «mogollón» de expresiones como «dabuti» o «dabuten», «guay», todo «molaba» (y sigue molando), «tronco», «tío»… llamar «colegas» a los amigos, «curro» al trabajo, muchas cosas eran «chachi». Escuchaba a mis padres autodenominarse «carrozas» y decir que ellos iban a «guateques» y me sonaba como de otro mundo… del mundo antiguo.
Pero, ay, el tiempo pasa para todos y lo que a mí me sonaba viejuno entonces hoy es directamente de otra era. Mis hijos a veces hablan en jerga: alguien «mazado» ahora es alguien que «está cachas». Si alguien no te escribe de vuelta es que te está «ghosteando». Si cotilleas a alguien, le estás «stalkeando». Nuestro «tío» ahora es su «bro». Si te dicen «PEC» es que lo están gozando. Cuando alguien «sirve» es que lo ha hecho bien, para ellos somos «boomers» (aunque generacionalmente no lo seamos) y, claro, si intentas subirte al carro de alguna de estas expresiones, das «cringe».
Los carrozas de hoy somos «viejunos» o «viejóvenes» y nos resistimos como gato panza arriba a perder lo poco que nos queda de juventud.
De palabras de ayer y de hoy nos hablaba Mar Abad en su De estraperlo a postureo. Cada generación se expresa de una forma sutilmente diferente y ese nuevo vocabulario le sirve para identificarse a sí misma con respecto a las generaciones anteriores y además, evidencia su forma de entender el mundo.
Pero es importante no caer en la tentación de borrar del mapa a ninguna generación porque las palabras la definen, de algún modo, «mileurista» es una palabra hija de una generación que está conociendo la precariedad laboral en mayor medida que otras, «postureo» no se podía ni intuir en una juventud que no creciera de la mano de las redes sociales y así un largo etcétera.
Eso sí: en cuanto una generación se apropia de las palabras de otra, éstas pasan a formar parte del acervo lingüístico. No todas lo consiguen. Y no todas logran no «dar cringe» cuando ha pasado el tiempo suficiente. Pensemos en cómo nos suenan ahora expresiones como «mover el esqueleto», «cubalibre», «cantidubi», «demasié p’al bodi» o «nasti de plasti».
Ah, y si lo anterior no te dice nada, seguramente no «estés de chill» porque te «falta calle».
Toda esta reflexión me vino leyendo ¿Nos rejuvenece hablar como los jóvenes? Y, a propósito de lo anterior… si dices googlear… que sepas que ya no se dice.
💸 Esta reflexión de Eva Sanagustín sobre monetización de contenidos. Pss: no hay una solución única.
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Contrata a un profesional: si el diseño es importante y no encuentras lo que necesitas, contrata a un ilustrador especializado en diseño de iconos.
Simplicidad: mantén los iconos tan simples como puedas siempre que representen bien el mensaje que buscas.
Consistencia: todos los iconos debe parecer que son parte de la misma familia.
Peso de línea uniforme: haz coincidir el grosor de las líneas de todo el conjunto para mantener la coherencia visual.
Diseña con el espacio en mente: aunque un buen icono debería poder ampliarse o reducirse un poco, es mejor definir primero el tamaño del área prevista.
Limita los colores: ajusta la paleta de color para conseguir un aspecto cohesionado. Lo mejor suele ser 1 o 2 colores.
Distinctiveness: cada icono debería ser claramente diferente a los demás.
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Vamos que nos vamos. Nos vemos el miércoles a las 6:45h. ¡Chau!
Hay una cosa que ha cambiado también con respecto a nuestra generación. En nuestra generación nos enterábamos de esas expresiones de moda directamente de la boca de conocidos o amigos (recuerdo estar en medio de una clase de Basic, como si fuera hoy, y oír a un compañero decir "se te ha ido la olla" y no saber de qué narices me estaba hablando). Ahora son las redes sociales las que actualizan el vocabulario. Y creo que es por eso por lo que hoy me parece que este argot de juventud es mayor (que no mejor ni peor) que el nuestro. Todo va más rápido hoy :-S
Es maravilloso ver cómo se incorporan expresiones nuevas a la lengua es el mejor síntoma de que sigue viva.