Quien haya tenido algún viaje de trabajo sabrá de lo que voy a hablar hoy… y es que sí, aunque tengan buena prensa, los viajes de trabajo tienen cero glamour.
¡Me voy a Verona! ¡A Dubai! ¡A Manchester! …
Pero la realidad, de la que no se habla, es de que la gran mayoría de ocasiones estás el 99% del tiempo en un hotel y cuando terminas de trabajar estás tan fundida que no tienes ni ganas ni tiempo de irte a visitar la ciudad que sea.
En los últimos 12 o 13 años he viajado mucho por trabajo. He estado en muchos lugares de España y también en el extranjero. Solo he podido visitar algún sitio cuando me he organizado para ir, por supuesto, a mi coste, añadiendo una noche antes o después del trabajo a realizar… lo que no siempre es posible, como puedes imaginar… y es que los viajes de trabajo no son nada nada NADA glamurosos.
Para empezar, el viaje en sí.
Cuanto más viajas, más probabilidades hay de que tengas incidentes en los aeropuertos: desde las diferencias en los controles de seguridad, que cuando los pasas una vez o más al mes se convierten en rutinarios… pero en algunos sitios, de pronto, tienes que sacar todos los cargadores de la mochila, mientras que en otros ni siquiera tienes que sacar el ordenador… En algunos tienes que sacar y meter en bolsitas (solo para el control de seguridad) cualquier líquido, hasta la muestra de crema de manos que llevas en el bolso… y en otros puedes llevar varios tubos en el bolso porque son de uso cotidiano… Cuando te pitan los pendientes metálicos o el botón del pantalón, los controles aleatorios de seguridad (yo a estos estoy abonada)… Y cuando esto es una vez al año y no tienes prisa porque estás de vacaciones, pues te da un poco igual todo, pero cuando es cada poco tiempo, se convierte en un verdadero incordio.
Luego están los imponderables, el efecto mariposa mismo… y es que que un día haya 30º en Bruselas hace que los trabajadores del aeropuerto tengan que descansar cada x tiempo y en ese tiempo no se les sustituye, así que puedes esperar retrasos y cancelaciones en cascada en toda Europa… y son lentejas. Si viajas por ocio es una mierda, pero si viajas por curro, la mierda se multiplica exponencialmente porque tienes que buscarte las castañas para sustituir ese vuelo cancelado por uno que no te destroce la agenda… y es complicado.
Hace un año me cancelaron un vuelo Bruselas-Bilbao un domingo por la mañana y pretendían que volase de vuelta un martes un martes… y al final me metieron en un vuelo el mismo domingo pero hasta Madrid… y me tuve que buscar la vida hasta Bilbao… Y no, no me lo pagaron ni reclamándolo. Y, por supuesto, la compensación por la cancelación, la pagaron con muchos meses de retraso.
O cuando hay tormentas en Alemania o Francia o huelgas de controladores aéreos… Cualquier mariposa en cualquier punto hace que el caos generado pueda ser exponencial.
Del precio de tomarte un bocata y una cocacola ni hablamos, claro. Los pagas como si fueran aura de unicornio…
Luego están los hoteles y el trabajo en sí.
El año pasado estuve en Manchester… bueno, el aeropuerto era el de Manchester… porque la realidad es que la formación se realizó en un hotel a 30 km de la ciudad, de estos de zona industrial… y Manchester no lo vi mucho. Nada, mejor dicho…
Así que la segunda vez, viajé dos días antes para poder visitar un poco la ciudad. La suerte es que hubo esa segunda vez… y que tenía tiempo para esos dos días… porque si no… pues ajo y agua.
Lo mismo me pasó con París. Dos formaciones en París… que en realidad eran en sendos hoteles no lejos de Orly. Por supuesto, París no lo vi nada más que despegando y aterrizando…
Cuando estuve en Chicago o en Dubai, prepandemia, el horario que llevábamos era de 8:30 a 19:00 y a las 20:00 a cenar… todos juntos… Cero oportunidades de ver la ciudad.
A Oostende llegué a última hora, un día antes de hacer la formación… vi la playa, maravillosa… pero no la ciudad más que camino de la estación de tren/tranvía…
Las agendas también suelen ser de infarto. Hay que aprovechar cada segundo, como es natural, con mucha gente desplazada y con todo lo que eso significa: gente que ese día no está “produciendo”, así que los horarios empiezan temprano y terminan muy tarde. Nada de 7 u 8 horas y luego tiempo libre… Más bien jornadas cercanas a las 10 o 12 horas y luego cenas (también de trabajo).
Fuera de casa, trabajas TODO el tiempo. Porque la vida no se para, así que cuando terminas lo que sea, te espera un buen rato de revisar el correo o trabajar en lo que tengas que hacer en ese momento. Y en condiciones malas… en una mesa de habitación de hotel pequeña, con wifi a pedales… sin la comodidad de tu despacho…
Ahora bien, esto no es una queja. Me encanta viajar. Me saca de la rutina. Me permite conocer gente estupenda, otras formas de hacer y otras culturas e incluso utilizar el inglés y el francés… pero desmitifiquemos los viajes de trabajo porque al final son eso: trabajo. Y mucho.
¿Tú viajas por trabajo? Cuéntame tu experiencia…
❤️ Esta semana en Game of Talks, hablamos de las cualidades que debe tener un buen speaker (y ninguna depende de la genética)…
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🌈 Lara mezcló a Savage Garden con este cuadro, que imagino sabrás cuál es. Solo por eso se merece un hueco en esta newsletter.
🧩 ¿Un puzzle? Aquí puedes pasar un ratito entretenido y despejar la mente.
Y esto ha sido todo por hoy, ya más descansada del tute de la semana pasada… La semana que viene más. Recuerda: miércoles 6:45h.
PD. Que ya sé que soy como un disco rallado, pero oye, por pedir… ¿Te ha gustado? Déjame un ❤️. ¿Te ha gustado mucho? Invítame a un Ko-fi ☕. También me puedes mandar un mensaje o contestarme a este mismo correo con tu opinión o con tus comentarios. Te escucho encantada.