Mi blog personal cumplió 14 años en enero. Lo tengo bastante abandonado, la verdad, pero me sigue produciendo ternura mirarlo de vez en cuando y hacer arqueología en él.
Sé que está para cuando lo necesito y eso me basta.
Gracias al blog mi vida cambió. Gracias a mis blogs he conocido a gente increíble y he podido desarrollar proyectos tanto personales como profesionales. Una de las personas a las que conocí gracias a mi blog fue Juan Luis Nepomuceno. Después de unos cuantos años de lucha contra el cáncer, Juan se despidió la semana pasada para siempre. ¿Qué le dices a alguien en estas circunstancias? Solo sé que cuando me llegue la hora quiero tener esa entereza.
No es la primera vez que pienso y escribo sobre la muerte y sobre la muerte digital. Creo que es una reflexión que llega cada cierto tiempo cuando se va alguien cercano. Tampoco me quita el sueño, pero cuando te ronda, pues no puedo evitar pensar en otra gente que nos ha ido dejando en estos años y cuyos recuerdos vagabundean por este gran océano que es internet a la espera de que alguien los encuentre. ¿Es eso posible, Google?
Depende de la voluntad de quien fallece y de la voluntad de sus sucesores. En las redes sociales suele ser habitual ofrecer la opción de mantener los perfiles en modo memorial: no se pueden publicar cosas nuevas pero se mantienen intactos en este modo para el recuerdo. Las plataformas suelen pedir el certificado de defunción y quizá otro tipo de documentación que justifique quién eres. Esto se facilita en Facebook, que te permite, en vida, nombrar a una persona que gestione tu legado.
En cuanto a los blogs y contenidos varios (fotografías, etc.) yo diría que depende de si el blog está alojado en un servidor propio o ajeno, tipo blogspot o wordpress. Si el servidor es propio, habrá que ver quién paga por ese dominio y hosting… La verdad es que hay auténticas joyas que es una pena perder… pero hay que pensarlo antes, claro.
Hay apps que son joyitas de quien ha pensado en esas cosas, como Safe Beyond, una especie de cápsula del tiempo digital, en la que puedes hasta grabar y dejar mensajes para que cuando tú no estés las personas a las que has dejado esos mensajes los puedan escuchar. O este reloj, Tikker, que en base a los parámetros de salud, edad y otros, en vez de darte la hora normal, te dice cuánto tiempo te queda… para conseguir que cada momento cuente.
Porque si algo podemos tener claro todos es que nos va a llegar ese momento y quizá no tengamos mucho control sobre él, cómo o cuándo será… pero lo que sí podemos elegir es cómo vivimos hasta que nos llegue, cómo hacemos que nuestra vida y la de las personas que nos rodean sea razonablemente feliz y cómo dejamos un mundo mejor (o, al menos, no peor) a los que nos sucederán.
Carpe diem, amics.
Cris, un abrazo bien grande. Y gracias por la reflexión sobre los "testamentos digitales", un aspecto importante a tener en cuenta...