Empecé a escribir mi blog personal allá por enero de 2007. De esto hace la friolera de 17 años.
En aquel momento mi motivación era el aburrimiento. O escribía o me iba a volver loca. Mis hijos eran bebés, trabajaba en logística, me acababa de mudar a una ciudad nueva y no conocía a nadie.
Mi universo eran mis hijos y estaba a punto de hacer pum.
Aquel año no solo llegó a mi vida el blog, sino que fueron apareciendo con cuentagotas las redes sociales que hoy todos conocemos: primero Twitter, luego Facebook…
Cada mañana madrugaba, leía el periódico y luego comentaba una noticia. Si pasaba algo relevante también escribía sobre ello.
Pasaron los años. Surgieron nuevas redes (tengo Instagram desde octubre de 2010). No sé si recordarás el tremendo hype que hubo con Pinterest, que parecía que se iba a acabar el mundo. Unadocenade.com, aquel blog de listas, proyecto con el que ganamos un Premio Bitácoras… Medium, donde tuve un blog en inglés y también escribí en castellano. Clubhouse, para audio…
Llevo 17 años creando contenido en internet (no cuento los años previos de foros y chats variados). 17 años. Eso es mucho negro sobre blanco, mucha foto. Mucho vídeo. Mucho de todo.
Mi vida, como puedes imaginar, en estos 17 años ha cambiado muchísimo. Mis hijos ya no solo no son bebés sino que van a la universidad. Son independientes. Ya no trabajo en logística desde hace muchísimo tiempo. De hecho, trabajo por cuenta propia desde hace 9 años.
Me ha pasado de todo con el contenido creado. De todo. Desde que me roben fotos, textos e infografías y se los atribuyan (con un par…), he sufrido acoso como para tomar medidas…. y nunca me había planteado cerrar, dejar de crear o poner algún muro de pago a lo que hago.
Pero en los últimos tiempos me estoy planteando seriamente monetizar la creación por numerosos motivos. Los YouTubers… Los influencers… Ahora se autodenominan creadores de contenido. Todos ellos monetizan y tan ricamente.
Pero oh, si a una bloguera que ha estado compartiendo conocimiento y reflexiones personales y profesionales se le ocurre decir que va a monetizar o directamente planta un muro de pago, entonces hay revuelo y la gente la pone a caldo: “fíjate qué perra”. Y no lo entiendo.
Me podrá molestar en el bolsillo, si es que considero que sus contenidos son lo suficientemente atractivos para pagar por ellos, pero no me parece ni medio normal ningún comentario adicional. Es SU conocimiento y son SUS contenidos, que te ha estado dando gratis x tiempo y que tú has apreciado poco, por lo que veo.
Porque sí, 50€ al año no es ni un euro a la semana. ¿No te parece justo 1€ por las horas de dedicación y preparación que supone escribir cada semana?
No sé si para bien o para mal, en internet es cada vez más complicado encontrar cosas buenas y de calidad. Cada vez más creadores están cerrando su creación y creando sus comunidades cerradas. Es una decisión tan legítima como no hacerlo. Y, por supuesto, tan legítimo es comprar como no hacerlo.
No es lloriqueo. Hace mucho que aprendí que las cosas que son gratis no se valoran lo suficiente. Hemos dado por hecho que todo era gratis durante mucho tiempo. Como la gente que coge la primera foto que le sale en Google y no piensa que puede tener derechos de autor o gente que se atribuye cosas que no son suyas (hasta ideas).
Y, por si no eres consciente, las ideas no se pueden registrar. Idea que no materializas, idea que puede ser que alguien te la birle (queriendo o sin querer).
Así que sí, igual toca repensar eso de la gratuidad y que todo siempre va a ser gratis. Igual toca apoquinar un poco y no perder a esas personas que nos informan, alegran, criban la información, reflexionan y, en definitiva, nos hacen la vida mejor.
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Y, bueno, hasta aquí hemos llegado hoy. La semana que viene más. Recuerda: nos vemos el miércoles a las 6:45h.
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Nos acaba de explotar la cabeza con el mapa interactivo del New York Times. El periodismo, y los periódicos han muerto, dicen.
Algo debo hacer mal porque no lo veo la gracia al mapa de NYC