En las últimas semanas han corrido ríos de tinta alrededor de Alvise Pérez.
Hay quien le echa la culpa del éxito de Alvise a las redes sociales.
Y claro, sin duda que las redes sociales han influido.
Pero ¿solo con redes sociales hemos conseguido 800.000 votos?
No, claro que no.
Nada de lo que pasa en internet se queda solo en internet. Si no se hace mainstream, no adquiere la repercusión necesaria.
Que haya gente (mucha) que no le conozca, ok… Pero Alvise no es ningún desconocido.
Si nos vamos a Maldita, vemos que ya desde 2020 están desmontando bulos de este chico.
A la hora de escribir esta newsletter, si buscas en eldiario.es “Alvise Pérez” dice que tiene 77955 resultados de la búsqueda. El País devuelve más de 10000 resultados.
Lo mismo si buscas en cualquier otro medio. Digo medio. O en Google.
Que a ti, Maricarmen, no te haya interesado Alvise no significa que no existiera, o que no estuviera llamando la atención de los que se sienten maltratados por el sistema.
¿Y quién se siente maltratado por el sistema?
Pues justo los que le han votado. Jóvenes entre 18 y 24 años y mayoritariamente hombres.
Hay muchas razones por las que los jóvenes se pueden sentir maltratados ahora mismo por el sistema: desde la percepción de expectativas incumplidas, feminismo, tasa de paro juvenil, no acceso a empleos de calidad o con buenas condiciones, sin precariedad, difícil acceso a la vivienda (con precios en burbuja para compra y alquiler). En realidad nada que no pueda pensar también una persona más mayor… Pero precisamente éste es el caldo de cultivo perfecto para populismos de diverso cariz.
Y tiene mal arreglo.
Y sí: los jóvenes están masivamente en las redes sociales. Y a los jóvenes les puede hacer gracia un logo de una ardilla con la máscara de anonymous. Y mensajes simples y fáciles de entender: un enemigo común, un mundo en crisis… y ya la tienes liada. No hace falta estudiar mucha sociología (ni comunicación) para entender qué hay detrás de esto.
Vamos hacia una lucha intergeneracional. Los mayores somos más, pero los “pequeños” pueden hacer pupa, precisamente donde más nos duele: en las garantías que ahora mismo tenemos.
Así que ya sabemos. Dejemos de echarle la culpa a la comunicación o al chachachá y pongámonos a trabajar para que las generaciones más jóvenes puedan aspirar a un futuro digno.
📰 Esta semana, en la columna de DNA, hablo sobre el apocalipsis de las redes sociales: cagadas máximas en Meta, X y LinkedIn. ¿A qué esperamos para salirnos masivamente de (casi) todas partes?
🔦 Una guía de SEO para YouTube, basada en el Googleleak de hace unas semanas. No tiene desperdicio.
🫥 ¿La autoayuda y la mejora personal se nos han ido de las manos? Al menos eso es lo que afirma Allie Volpe en este artículo que me parece imperdible. Autoestima por los suelos y sentimientos de miserabilidad. No puede ser.
🎨 Los artistas de Instagram se están mudando a Cara, una red social que ha crecido en más de un 1500% en las últimas semanas y no está claro que pueda sobrevivir a tamaña avalancha.
📥 Un servicio, raindrop, que hace las veces de Delicious y Reader, con una versión gratuita más que aceptable. Y deja de tener miles de pestañas abiertas. Oh yes!
💥 ¿Cómo explicar el darwinismo sin la selección natural, el constitucionalismo y el liberalismo sin los ‘checks and balances’ y la mano invisible, las relaciones internacionales sin el equilibrio entre potencias, o la cosmología física sin el Big Bang y los agujeros negros? Este artículo en Campusa me ha dado gana de leer ese libro.
🧵 Este hilo sobre arquitectura curiosa.
🔉 Hace un tiempo, Máximo compartió en su Honos esta Colección de sonidos aburridos. Sonidos para botones, pantallas de éxito y fracaso… Para tener a mano en cualquier situación.
🤪 Un ratito de procrastinación (o varios) con esta web, theuselessweb, que te lleva a webs sin sentido (o con mucho sentido). La magia de internet.
Y, bueno, hasta aquí hemos llegado hoy. La semana que viene más. Nos vemos el miércoles a las 6:45h.
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Importantísimo mensaje, Cristina. Observo cero autocrítica de los partidos que ven cómo los populismos (de cualquier extremo) les quitan votos. Siempre la culpa es del populista, del votante, al que acusan de víctima o de ignorante, o de cualquier tontería similar. Nunca, jamás, hacen de tripas corazón y comprenden que con la falta de oportunidades que ellos mismo no gestionan bien, surgen este tipo de movimientos que, aunque pese, son democráticos, por preocupantes que parezcan.