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#158. Cómo convencer a quien no quiere escuchar: estrategias para audiencias escépticas
El Consultorio de Con C de Com

#158. Cómo convencer a quien no quiere escuchar: estrategias para audiencias escépticas

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Cristina Juesas
abr 28, 2025
∙ De pago
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#158. Cómo convencer a quien no quiere escuchar: estrategias para audiencias escépticas
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¿Te ha pasado que, por más claro que expliques algo, hay personas que simplemente no quieren escucharte? Puedes tener los datos, el análisis, incluso la experiencia… pero nada parece suficiente para romper esa barrera invisible del escepticismo.

Amiga, no estás sola. Convencer a alguien que ya viene con los brazos cruzados (literal o metafóricamente) es uno de los mayores retos en cualquier presentación, charla o reunión.

La buena noticia es que no necesitas ser un genio de la retórica para conseguirlo. Solo tienes que aplicar ciertas estrategias que funcionan incluso con las audiencias más difíciles.

No es que no quieran escucharte, es que no pueden (todavía)

Todos nos hemos encontrado con ese tipo de público: cruzado de brazos, mirada escéptica, cejas fruncidas. Da igual lo que digas, parece que todo les resbala o, peor aún, lo cuestionan antes de que termines la frase.

Y claro, tú ahí arriba con tu presentación, tus datos, tu historia bien armada… y esa sensación de que estás predicando en el desierto.

Pero aquí viene la buena noticia: la persuasión no es magia, es estrategia. Y existen técnicas concretas y efectivas para abrir grietas en las paredes mentales más resistentes.

En esta edición del Consultorio de Con C de COM te comparto las claves para ganarte a un público difícil sin manipular ni forzar, sino apelando a algo mucho más poderoso: su propia manera de ver el mundo.

1. Comprende el escepticismo antes de combatirlo

Primero, una verdad incómoda: la resistencia de tu audiencia probablemente tenga sentido desde su punto de vista.

El escepticismo no es un defecto. Muchas veces es una defensa legítima ante propuestas que suenan demasiado nuevas, demasiado diferentes o simplemente poco alineadas con sus experiencias previas. Otras veces, la resistencia nace del exceso de ruido: tantas promesas, tantos datos, tantos PowerPoints… que uno aprende a desconfiar por defecto.

🔑 Estrategia: Antes de intentar convencer, trata de nombrar su resistencia.

Por ejemplo:

“Sé que esta propuesta puede sonar arriesgada si estás acostumbrado a trabajar con modelos más tradicionales…”

“Probablemente ya habrás escuchado ideas similares antes, y entiendo que puedas tener dudas sobre si esto realmente aporta algo nuevo…”

Nombrar el escepticismo le quita poder. Y, además, genera una sensación de honestidad y cercanía.

2. El principio de “agárralos por su marco mental”

Una de las estrategias más efectivas para conectar con públicos difíciles es hablar desde sus valores, no desde los tuyos.

Un estudio clásico de la psicología social, realizado por Robb Willer y Matthew Feinberg (Stanford University), demostró que las personas son más receptivas a argumentos contrarios a su postura cuando esos argumentos se enmarcan dentro de sus propios valores morales.

🔍 Ejemplo: Si estás hablando con ingenieros que valoran la eficiencia y los datos duros, no intentes convencerlos con “emociones”, sino con números, validación técnica y eficiencia probada.

Otro ejemplo real:

En una campaña medioambiental dirigida a votantes conservadores en EE.UU., los mensajes más persuasivos no hablaban de “salvar el planeta”, sino de “proteger el legado para las futuras generaciones” y “preservar la grandeza nacional”.

🔑 Estrategia: Antes de tu presentación, pregúntate:

  • ¿Qué valores defiende mi audiencia?

  • ¿Cómo puedo presentar mi propuesta en ese marco?

3. Usa la “preparación del terreno” (priming emocional)

La ciencia de la persuasión ha demostrado que la información que das antes de tu mensaje principal puede predisponer al público a recibirlo de forma más abierta.

Esto se conoce como priming, y funciona como cuando ves una película triste y después te emociona más cualquier historia personal, aunque no tenga relación.

🔧 En práctica:
Antes de exponer tu propuesta principal, incluye una anécdota, metáfora o pequeña historia que active las emociones o valores que quieres evocar.

Por ejemplo:

Si vas a proponer un cambio drástico, cuenta brevemente una historia de alguien que se atrevió a cambiar algo y obtuvo un resultado sorprendente. Eso crea un clima receptivo.

4. Menos afirmaciones, más preguntas

Uno de los grandes errores al hablar con públicos escépticos es querer demostrar que tienes razón con más y más argumentos. Pero cuanto más aprietas, más se cierran.

Hay una vía mucho más efectiva: hacer preguntas que les lleven a reconsiderar su postura por sí mismos.

🔑 Estrategia: usa preguntas abiertas, pero con dirección.

Por ejemplo:

“¿Qué pasaría si en vez de asumir que esto no funciona, probamos una pequeña parte y medimos los resultados?”

“¿Crees que podríamos estar perdiendo una oportunidad por mantenernos en lo que ya conocemos?”

Este tipo de preguntas invita a pensar sin sentirse atacado.

5. Sé narrador, no solo transmisor de datos

Especialmente en presentaciones técnicas o académicas, se cae en el error de bombardear con información. Pero los datos, por sí solos, no mueven creencias. Las historias sí.

🧠 El cerebro humano procesa las historias de forma más completa: activa más regiones cerebrales y crea conexiones emocionales.

💡 Ejemplo: en vez de decir “el nuevo sistema reduce errores un 37%”, prueba:

“Antes, María —la responsable del área de calidad— se pasaba horas revisando errores manualmente. Ahora, con este sistema, detecta automáticamente los fallos y puede dedicar ese tiempo a tareas estratégicas. Ah, y los errores han bajado un 37%.”

Así mezclas lo racional con lo emocional.


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Quedan las mejores estrategias: cómo activar emociones sin manipular, cómo estructurar tu mensaje para que no te desconecten… y el cierre que deja huella.

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