Hace unas semanas me encontré con esta infografía en LinkedIn y se me encendieron TODAS las alarmas.
Te preguntarás por qué, qué veo yo en esta infografía.
Tómate un momento para mirarla, a ver qué ves tú.
En realidad el trabajo del futuro está describiendo a un autónomo. Y no tengo nada claro que el futuro quiera eso y muchísimo menos que lo queramos todos. Porque aunque parece todo de color de rosa (de azul), en realidad hay muchas cosas que ese gráfico no te cuenta. Por no decir que ese señor con corbata me pone muy nerviosa. ¿En quién estarán pensando?
No. Todo el mundo no se va a convertir en un líder. Tampoco mucha gente quiere ser líder de nada. Ni usar sus propios medios para trabajar por cuenta ajena (faltaría más…). Ser trabajador autónomo tiene muchas ventajas pero también muchos inconvenientes.
El primero y más importante es la sensación de precariedad: tienes trabajo… o no lo tienes… y muchas veces no lo sabes hasta que no te llaman… o no te entra justo cuando lo necesitas…
Y es que esta infografía, como tantas otras que circulan por ahí bajo la etiqueta de "inspiradoras", lo que realmente hace es romantizar la figura del trabajador total: disponible 24/7, siempre motivado, multifuncional, tecnológicamente autosuficiente y, además, feliz de compartir conocimiento y liderar causas.
Vamos, un unicornio laboral.
Pero volvamos a la realidad. ¿De verdad queremos un modelo de empleado basado en la autosuficiencia absoluta? Porque ese “futuro” que se dibuja en azul brillante no habla de seguridad laboral, ni de salud mental, ni de derechos colectivos. No menciona nada sobre el equilibrio personal, sobre la desconexión digital, o sobre quién asume el coste de tanta flexibilidad: el trabajador.
Tampoco habla de sueldos. Ni de pensiones. Ni de bajas por enfermedad. Ni del burnout que viene incluido en el pack cuando eres tú quien lleva el timón, el motor y el timbre de emergencia al mismo tiempo.
Y ojo, que esto no es un alegato en contra del trabajo autónomo. Emprender, freelancear o tener tu propio proyecto puede ser maravilloso, retador, incluso adictivo. Pero también agotador, solitario y, muchas veces, injusto. No es para todo el mundo. Y no debería serlo.
Lo que realmente necesitamos no es seguir idealizando una figura laboral a la que se le exige TODO a cambio de NADA, sino abrir una conversación honesta sobre los modelos de trabajo del presente y del futuro. Uno en el que la autonomía no signifique abandono. En el que la flexibilidad no sea una excusa para no pagar lo que toca. En el que liderar sea una opción, no una obligación. Y en el que el trabajo, con sus derechos y deberes, no se convierta en un campo de batalla de supervivencia constante.
Así que la próxima vez que veas una infografía como esta… pregúntate: ¿esto es evolución o es maquillaje?
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Y hasta aquí por hoy. Nos vemos en breve.
Los unicornios laborales deberían extinguirse 💼✊👥